Los estudios confirman que el recuento de espermatozoides masculinos está disminuyendo y que los factores ambientales, como los pesticidas, los estrógenos exógenos y los metales pesados, pueden afectar negativamente a la espermatogénesis. Se ha demostrado que varias terapias nutricionales mejoran el recuento y la motilidad de los espermatozoides, como la carnitina, la arginina, el zinc, el selenio y la vitamina B-12.
Específicamente la deficiencia de vitamina B12 afecta negativamente a la espermatogénesis al provocar la atrofia de los túbulos seminíferos y la aplasia de los espermatozoides y espermátidas. Bioquímicamente, la vitamina B12 se considera una coenzima para la enzima metionina sintasa. Esta enzima es necesaria para sintetizar metionina a partir de homocisteína para completar el ciclo de la S-adenosilmetionina (SAM). En este ciclo, el paso crítico es la conversión de SAM en S-adenosilhomocisteína, lo que da lugar a la metilación de las principales moléculas funcionales del cuerpo humano, como el ADN, ARN, neurotransmisores, lípidos, proteínas y aminoácidos. El desequilibrio funcional de la vitamina B12 se caracteriza por un aumento del nivel de homocisteína/MMA en la sangre y una disminución de la síntesis de ADN.
Los efectos beneficiosos de la vitamina B12 sobre la calidad del semen pueden deberse al aumento de la funcionalidad de los órganos reproductores, a la disminución de la toxicidad de la homocisteína, a la reducción de las cantidades de óxido nítrico generado, a la disminución de los niveles de daño oxidativo en los espermatozoides, a la reducción de la cantidad de energía producida por los espermatozoides, a la disminución del deterioro del semen inducido por la inflamación y tiene un efecto positivo en los parámetros del esperma: recuento, movilidad y morfología, así como en las hormonas reproductivas.