Aunque los espermatozoides se producen por millones, son células tan delicadas que la obesidad, el tabaco, las drogas, el uso de anabólicos o incluso las visitas recurrentes al sauna pueden afectarlos y provocar infertilidad.
Poner atención al cuidado de los espermatozoides cobra sentido al revisar las estadísticas sobre infertilidad: la posibilidad de que el hombre o la mujer sea el que presente un problema es prácticamente la misma.
Mirna Guadalupe Echavarría Sánchez, jefa de la coordinación de Andrología del Instituto Nacional de Perinatología (Inper) de la Ciudad de México, señala que la mayoría de los hombres asume que dado que es la mujer quien se embaraza, si hay un problema de infertilidad, es de ella.
Sin embargo, del total de parejas que no logran un embarazo después de un año de mantener relaciones sexuales sin protección, en el 20 por ciento de los casos tanto la mujer como el hombre tienen problemas de infertilidad.
En el 40 por ciento es la mujer quien presenta alteraciones, y en el 40 por ciento restante el diagnóstico de infertilidad es solo del varón.
Ricardo Alonso Castillejos Molina, titular del capítulo de Andrología, Sexualidad Humana y Disfunción Eréctil de la Sociedad Mexicana de Urología, señala que cuando una pareja tiene problemas de infertilidad es muy raro que el hombre piense en practicarse estudios.
Esto se debe, asegura, a que permea la falta de información sobre infertilidad masculina y a que hay muchos mitos.
“El hombre, por ejemplo, piensa que es más fértil mientras más volumen de eyaculación tiene, y la realidad es que solo el 5 por ciento de la eyaculación corresponde a espermatozoides. El resto del líquido proviene de la vesícula seminal y la próstata”, explica.
De acuerdo con estadísticas del Inper, la mayoría de casos de infertilidad masculina, 60 por ciento están relacionados con alteraciones seminales.
Es decir, no hay suficientes espermatozoides vivos, no tienen la forma adecuada, no se mueven o hay alteraciones en el material genético que contienen.
De los casos restantes, 38 por ciento se explica por alguna obstrucción en los conductos que permiten el paso de los espermatozoides y solo dos por ciento está relacionado con disfunción eréctil, eyaculación prematura o disminución de la libido.
Echavarría explica que los espermatozoides no solamente fertilizan al óvulo, sino que cumplen muchas otras funciones indispensables para lograr un embarazo.
“La fecundación del óvulo es solo el inicio, lo que estimula la división celular es el aporte masculino. El espermatozoide tiene que ver también con la implantación, influye en la anidación del óvulo.
“También tiene que ver con la conservación del embarazo porque parte de la placenta es tejido masculino. Casi la mitad de la placenta es de origen masculino y el desarrollo del bebé es dependiente de la placenta”, detalla.
Sergio Estévez González, especialista en reproducción humana, destaca que aunque los espermatozoides no se acaban hasta aproximadamente la séptima década de la vida, sí envejecen.
“Después de los 40 años, la calidad de los espermatozoides baja en 30 por ciento, y después de los 50 años, la calidad seminal baja hasta 50 por ciento”, explica.
El director de la Clínica de Salud Reproductiva del DF aclara que el perder calidad significa que los espermatozoides empiezan a presentar cambios en el número de cromosomas y aumenta el riesgo de aborto; pero que también pueden dar lugar a enfermedades genéticas.
Fuente: http://amqueretaro.com