El acompañamiento psicológico debe darse de manera paralela al tratamiento médico

27 de mayo

Almudena Domenech

Madrid, 27 may.- «Parirás con dolor y con la ayuda del psicólogo» sería la maldición bíblica de los tiempos actuales, si Adán y Eva fueran una de los más de 70 millones de parejas con problemas de fertilidad que requieren técnicas de reproducción asistida, para las que la atención psicológica se ha revelado como un factor indispensable.

En España más de 800.000 parejas viven o han vivido esta situación que va en aumento, con 16.000 nuevos casos cada año, un país en el que tres de cada cien niños nacen gracias a estos métodos después de un largo caminar por el desierto que, al igual que el parto, suele olvidarse cuando el proceso culmina con éxito como suscriben las madres.

Los expertos consultados por Efe coinciden en que si en todos los ámbitos de la Medicina es necesario abordar a la persona como un todo, en el caso de la esterilidad los aspectos emocionales son tan relevantes que el acompañamiento psicológico debe darse de manera paralela al tratamiento médico.

En las clínicas privadas de este país -la Sanidad pública no oferta este servicio- la figura del psicólogo está presente en los momentos más duros del proceso, especialmente en los intentos fallidos, pero más de la mitad de las parejas solicitan un apoyo continuado para alcanzar la tierra prometida: la gestación.

Dolors Cirera, psicóloga clínica y experta en este campo, se ha referido a que en la «gran mayoría» de estos casos se producen síntomas de ansiedad, estrés y depresión. «Seamos sinceros: nadie ha soñado nunca con concebir un hijo en un laboratorio, sino frente al mar y acompañado de una puesta de sol», ha comentado.

Y es que tener un hijo es «un proyecto de vida» y cuando alguien tiene grandes expectativas de algo que no se cumple «la caída es enorme porque no estamos hablando de un capricho».

En su opinión, pocas mujeres se plantean la maternidad como una opción porque les parece que es «algo que siempre ha ido con ellas» y se considera como «un derecho».

La doctora Valèrie Vernaeve, directora médica de una clínica internacional de reproducción asistida, ha descrito el conflicto interno que supone el que por edad las mujeres estén preparadas para la maternidad, pero no así socialmente en cuanto a la vida profesional o al hecho de tener una pareja estable.

Aunque existen varios factores que pueden causar esterilidad tanto en el hombre como en la mujer, la calidad del óvulo es crítica y ésta se relaciona estrechamente con la edad de la mujer. «A más edad, menos posibilidades de embarazo», ha sentenciado.

El doctor Roberto Matorras, jefe de la Unidad de Reproducción Humana del Hospital de Cruces y autor del Libro Blanco Sociosanitario de la Infertilidad en España, ha señalado que las parejas estériles no están en situación de elegir: «quieren tener un hijo, no pueden y se enfrentan a un problema que incluso es capaz de generar por sí mismo trastornos psicoemocionales con un claro impacto sobre la salud«.

PAREJAS SOMETIDAS A UNA FUERTE TENSIÓN

La tensión crece entre las parejas que se acercan a las clínicas privadas mucho tiempo después de buscar al ansiado bebé, en muchos casos, extenuadas de una lista de espera en la Sanidad pública que se puede prologar durante dos años. Se enfrentan entonces a un gasto económico importante, que puede elevarse a 6.000 euros por intento.

Ellas tendrán que someterse a tratamientos hormonales para la estimulación ovárica -la inyección de un fármaco a diario durante doce días-, lo que, según la doctora, «afecta al estado de ánimo de las mujeres, que se ponen más irritables y sensibles».

Además del abordaje farmacológico, se les recomendará un sistema de reproducción asistida, desde la fecundación in vitro a la inseminación artificial, hasta la posibilidad de aceptar una donación de óvulos o de semen, entre otras modalidades.

Los expertos en salud mental tratan de «no ser invasivos» porque hablar de las emociones tiene que ser algo «totalmente voluntario». «Saben que estamos ahí», ha manifestado Cirera, quien ha apuntado que recurren especialmente a ellos en «la toma de decisión», sobre todo cuando se piensa en adoptar la donación de un tercero.

«Son temas que se llevan con cierta soledad en la sociedad, con una intimidad excesiva, con sufrimiento; no se comparten ni se hablan con el entorno», ha argumentado.

En todos los casos, los psicólogos llaman a la pareja cada vez que el resultado es negativo, de manera «totalmente desinteresada», y «los pacientes lo agradecen mucho».

Lo especialistas coinciden en que lo que más ansiedad genera es no saber lo que va a pasar y, por ello, consideran que «cuanta más información tengan los pacientes menor será el estrés».

Tienen especial «precaución» con quienes acuden a la consulta con un cuadro depresivo previo porque, si no logran su objetivo de embarazo, pueden sufrir un trastorno más profundo.

LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN ES CADA VEZ MÁS BAJA

La doctora Vernaeve ha afirmado que no hay unanimidad en cuanto a la influencia del estrés en las dificultades para procrear pero ha matizado que lo que acompaña a este factor es «claramente negativo».

Sirva el ejemplo de un caso real, Jimena, de 39 años, una ejecutiva que ha llegado a la alta dirección, trabaja diez horas diarias, viaja, duerme poco, consume mucha cafeína y fuma, come cuando puede y lo que puede, y se ha planteado tener hijos tarde.

Ella misma se describe como «una mujer impaciente por principio» y, según la psicóloga, es «casi imposible hacerle entender que no puede tener el resultado ya, porque es a lo que está acostumbrada».

«Quiero venir y tener el niño ya porque me cuadra en mi agenda», ha ironizado Cirera, quien ha dicho que «la impaciencia es otro de los problemas más habituales» de la mentalidad actual.

Ambas expertas han comentado que se pensó en el pasado que la píldora iba a ayudar a las mujeres a determinar cuándo tener el hijo, pero la realidad no es ésta: «solo nos ha ayudado a decidir cuando no tenerlo».

Cuando las interesadas dejan los anticonceptivos, muchas patologías que estaban ocultas aparecen como la endometriosis, la baja calidad de los ovocitos o los ciclos irregulares.

Vernaeve ha propuesto para las mujeres que algún día querrán ser madres, pero no en este preciso momento, la vitrificación o congelación de óvulos «congelando así su reloj biológico».

Para Cirera, la sociedad del siglo XXI no está habituada al fracaso por lo que «la tolerancia a la frustración es cada vez más baja», la gente piensa que «controla todo» y no sirve esa mentalidad de «Dios no lo quiere y me conformo con esta situación». «Son sentimientos muy intrínsecos que no se resuelven ni en una sesión ni en dos», ha confesado.

EMBARAZOS ESPONTÁNEOS AÑOS DESPUÉS DE DEJAR EL TRATAMIENTO

Los expertos ha constatado que las técnicas de reproducción asistida pueden afectar bastante al bienestar de la relación sentimental.

«Las parejas acumulan tanto estrés que tienen menos relaciones sexuales que cuando no estaban pensando en tener un hijo, porque todo es tan calculado que pierden el interés fuera del tratamiento», ha precisado Vernaeve.

Por eso no es infrecuente que una vez que dicen «ahora ya paso de todo y vuelven a tener una vida normal y más activa», tengan un embarazo espontáneo. De hecho, esto ocurre hasta en uno de cada cuatro casos según un reciente estudio.

El no poder engendrar un hijo de manera «natural» provoca en ocasiones que se desmorone el proyecto de vida juntos, especialmente si detrás hay un intento de solidificar la relación de la pareja.

Si la situación no se afronta en sentido positivo, nacerán sentimientos de recriminación, culpabilidad, frustración, impotencia, angustia, temor, desilusión o depresión, entre otros.

Otro momento complicado es el de decirle a los pacientes que «tiren la toalla, que todas las armas han sido usadas», ha comentado el doctor, si bien lo cierto es que el 65% de los afectados abandonan antes por razones «psicológicas y económicas».

El objetivo final de los psicólogos, convertidos en las matronas espirituales de estas innovadoras formas de llegar al embarazo, es que las parejas mantengan un estado de ánimo positivo, esquivando en la medida de lo posible lo que dijo Dios a nuestros primeros padres, que nada sabían entonces de la reproducción asistida.

Publicado en lainformacion.com

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