Con el nacimiento exitoso de un bebé a partir de óvulos congelados, Colombia entró al selecto grupo de países donde las mujeres pueden extender su reloj biológico de la fertilidad o desarrollar su maternidad aún después de padecer cáncer.Ingrid Santacruz Vargas demostró que para ser mamá no existen barreras. Ella, su esposo Óscar Lara y su bebé Valerie que nació el pasado 3 de agosto, se convirtieron en el primer caso exitoso de fecundación artificial por vitrificación.La Vitrificación es un novedoso procedimiento de fertilización in vitro que consiste en extraer los óvulos de la madre, congelarlos con nitrógeno por tiempo indefinido hasta que la mujer decida, o su salud le permita disfrutar plenamente de la maternidad. Una vez el óvulo es fecundado en el laboratorio lo insertan dentro de su útero para que el embrión se desarrolle y nazca el bebé.
Hasta ahora lo que existía en materia de fertilización artificial eran bancos de esperma, pero no de óvulos. Es decir, en cualquier caso la fecundación debía hacerse con un tiempo no mayor a tres días una vez extraído el óvulo de la madre pues no había forma de conservarlo por más tiempo.Con la vitrificación los bancos de óvulos congelados se volvieron comunes, pero hasta la fecha sólo ocho bebés nacieron bajo ese método en todo el mundo, (cuatro en Japón, donde inventaron la técnica; dos en Estados Unidos, uno en China y el de Colombia).
Desde hace un par de años al menos cuatro centros médicos especializados en fertilidad venían aplicando la vitrificación en nuestro país (Cecolfes, Insert, Conceptum e Imbanaco), pero sólo hasta ahora el proceso culmina con un bebé sano y salvo.
Aunque el caso de Ingrid no se debió al deseo de aplazar su maternidad, sino a una enfermedad que inutilizó su aparato reproductor, debió recurrir a una tutela para que la EPS le cubriera los gastos del procedimiento que se calculó en 17 millones de pesos, «por nuestra cuenta ya habíamos intentado de todo. Nos gastamos otros 20 millones», explicó Óscar, quien se gana la vida en un pequeño supermercado de su propiedad ubicado en Puerto Tejada, Cauca, el pueblo donde viven y que está a menos de una hora de Cali.
La frustración de esta pareja de esposos cambió cuando conocieron al ginecólogo obstetra y especialista en fertilidad Eduardo Otero, que junto a otros cinco médicos y dos biólogos, todos del Centro Médico Imbanaco de Cali, se pusieron al frente del caso, «pese a que Ingrid apenas llega a los 32 años de edad, tenía síntomas de menopausia; sus óvulos eran escasos», afirmó el ginecólogo tras recordar que la probabilidad de éxito que manejaron en esa Vitrificación, fue del 5%.
Otero es consciente de las fronteras que se abren con el éxito que acabaron de tener y la esperanza que siembran en aquellas mujeres que pierden su fertilidad tras ser sometidas a tratamientos de quimioterapia o radioterapia para combatir el cáncer, «ahora tienen la opción de congelar previamente sus óvulos sanos para luego usarlos en una fecundación artificial, una vez hayan superado el cáncer», argumentó el especialista quien además fue vicepresidente de la Asociación Colombiana de Fertilidad.
Pero sin duda otro de los beneficios llamativos de este logro en la ciencia médica, es la posibilidad para que mujeres colombianas aplacen su maternidad sin preocuparse por el reloj biológico que delimita su fertilidad hasta los 35 años. Con la vitrificación, una mujer que por razones profesionales no desea ser madre pese a estar en el ‘tercer piso’ de su edad, puede optar por congelar sus óvulos para cuando llegue el momento, «lo ideal es que esa espera no supere los 50 años», explicó el ginecólogo.
En el país la legislación para masificar los bancos de Óvulos está en pañales, pero para tener una idea de los costos del procedimiento basta recordar que la congelación anual de esperma vale un promedio de 234.000 pesos y todo el procedimiento de Vitrificación de óvulos puede costar quince millones de pesos.
Quizás sea prematuro cantar victoria ante este avance médico en Colombia, ya que aún falta la prueba de fuego más severa, la de los prejuicios religiosos y morales que muchas veces ven esos logros como una amenaza diabólica. Por ahora basta mirar detenidamente el rostro de Valerie para concluir que tanta belleza solo pudo ser obra de Dios con ayuda de la ciencia.