El ‘ebook’ ha propiciado un nuevo tipo de bestsellers. Se trata del denominado “porno mamá”, un género que ha puesto de moda E L James, una escritora que vive en el West London, está casada y tienes dos hijos. James, que trabaja como productora de televisión, era una autora desconocida. Publicó el primer libro de una trilogía en una editorial australiana y se ha convertido en una cotizada escritora tras vender, de los tres libros y en todos los formatos tanto de papel como en ‘ebook’, más de 250.000 ejemplares. En Estados Unidos ha tenido tal éxito, que la editorial australiana no ha dado abasto a la hora de suministrar ejemplares a las librerías de un libro que triunfa en Internet. La novela está en el número uno de los ‘ebooks’ más vendidos en ficción del New York Times y en el cuarto de la lista de Amazon. La difusión de boca en boca por Internet superó la disponibilidad de los editores.
“Sí, éste es el libro sobre el que todo el mundo está hablando”, figura en una etiqueta que han añadido en una librería de Nueva Jersey. Fifty Shades of Grey ha es una novela erótica que, al parecer, ha caído muy bien entre las mujeres. Tanto que los editores estadounidenses acaban de concluir una batalla por los derechos para volver a lanzar el libro. Según explicaba The New York Times, esta semana, Vintage Books, que forma parte del Grupo Knopf Doubleday Publishing, que goza de una excelente reputación literaria, “ganó una guerra de ofertas por los derechos de los tres libros”. El resultado es que la autora recibirá como pago una suma de siete cifras. La editorial lanzará estos días nuevas ediciones de libros electrónicos de la trilogía. Semanas más tarde, aparecerá una nueva tirada de nada menos que 750.000 copias en formato de libro de bolsillo.
Para algunas lectoras, las novelas de James consiguen “volver a encender un fuego en gran cantidad de matrimonios”. Una ventaja de los libros digitales es que no hace falta forrarlos para que la gente no vea qué se está leyendo, por ejemplo, en el metro. Su agente, Valerie Hoskins, desde Londres, aseguraba al periódico neoyorquino que las mujeres pueden leer este tipo de libros “sin que nadie sepa lo que están leyendo en sus iPad o en sus Kindle”.
Fernando García. Fuente: El País