El servicio de Urología del Hospital Universitario de Canarias atiende cada año a 200 nuevos pacientes que presentan dificultades para fecundar a sus parejas
MARÍA PLASENCIA
SANTA CRUZ DE TENERIFE Las dificultades para tener un bebé afectan al 15% de la población en edad fértil y en torno a la mitad de ellos están motivados por problemas en el hombre. Cada año acuden al servicio de Urología del Hospital Universitario de Canarias (HUC) unos 200 pacientes que muestran problemas para fecundar, y tras realizar los estudios pertinentes, los médicos descubren que uno de cada cinco refleja incapacidad para producir espermatozoides.
A pesar de la relativa baja incidencia de este problema, cuyo término médico es azoospermia, se trata de un problema importante si se tiene en cuenta que carece de solución. El 80% restante de las dificultades, al estar relacionadas con la baja calidad del esperma, pueden superarse con tratamiento o a través de técnicas de reproducción asistida.
La incapacidad de generar espermatozoides tiene, según el urólogo del HUC, Pedro Gutiérrez, un origen genético en la mayoría de los casos y, «aunque no existen estudios rigurosos al respecto, se vincula con procesos ambientales, especialmente en pacientes que se han sometido a tratamientos de quimioterapia». Los cálculos de los facultativos indican que un 1% de la población masculina padece azoospermia, «pero en la mayoría de los casos es voluntaria, ya que se trata de hombres que se han realizado la vasectomía», aclara Gutiérrez.
Las consultas que llegan hasta los servicios de Urología parten bien de las unidades de reproducción asistida de los propios hospitales o bien después de que en una pareja que desea descendencia se detecta normalidad en la mujer. No hay que olvidar que las féminas acuden con mayor frecuencia a revisiones ginecológicas, por lo que las miradas se centran en los hombres ante la dificultad para concebir. En cualquier caso, se recomienda un estudio en los dos miembros de la pareja, ya que el 40% de los problemas parte del hombre, otro 40% tiene origen en la mujer y, en el 20% restante, los impedimentos los tienen los dos.
En el caso del varón, ocho de cada diez pacientes presentan escaso número de espermatozoides o baja motilidad, que es el nombre que recibe la falta de rapidez o movilidad. «Para que se produzca la fecundación es necesario que lleguen los espermatozoides más rápidos», señala Pedro Gutiérrez. Esta cuestión es importante porque alcanzar el óvulo en la trompa de Falopio supone al gameto «una distancia similar a unos 200 kilómetros para un ser humano… Y lo deben hacer reptando». Se detecta gracias a una prueba denominada espermiograma, que se realiza dos veces en un intervalo de 15 días.
Los motivos por las que se produce la escasa motilidad en los espermatozoides «no están del todo claras», según el urólogo del Hospital Universitario de Canarias, quien rechaza que «exista una relación de causa-efecto entre los factores que se analizan». No obstante, admite que hay determinadas circunstancias que inciden en la calidad del semen en los varones y, al margen de cuestiones meramente biológicas, se deben tener en cuenta los elementos ambientales.
Entre los argumentos referidos a la salud que se relacionan con la escasa motilidad de los espermatozoides se encuentran la dilatación de las venas en el aparato reproductor masculino, la inflamación de los testículos o una infección denominada orquitis, que es similar a las paperas que suelen padecer los niños.
Entre los factores ambientales, no hay que olvidar los hábitos alimenticios, el consumo del alcohol o la adición al tabaco, que afectan en la calidad del eyaculado. Pero más allá de cuestiones de las que el propio hombre es responsable «cada vez son más los estudios que apuntan a causas como los trabajos realizados en ambientes contaminados o en los que se empleen fertilizantes», añade el doctor Gutiérrez.
El urólogo explica que «el proceso celular por el que se genera un espermatozoide es tan delicado que cualquier alteración puede provocar problemas». Por eso, cuando un paciente llega a la consulta no solo se realiza un espermiograma, sino que también se realiza un estudio de los hábitos del hombre, incluidos los vinculados con las propias relaciones sexuales. «Este estudio determina no solo el problema, sino que ayuda al tratamiento que se realizará en el paciente», concluye el médico del HUC.
Una vez realizado el diagnóstico, en la mayor parte de los casos se recurre a técnicas de reproducción asistida para provocar el embarazo gracias a la ciencia. Pedro Gutiérrez indica que «lo que se hace es concentrar el eyaculado para que los espermatozoides ganen en velocidad: en menor volumen se logra una mayor movilidad de los gametos». Dependiendo del resultado que se obtenga, se decide por una técnica concreta, pero en la mayor parte de los tratamientos de reproducción asistida se usan espermatozoides del propio varón, según indica el facultativo del HUC. «Entre un 80 y un 90% del eyaculado con el que se trabaja es de la propia pareja», puntualiza.
Publicado en LaOpinion.es