Concebir en un laboratorio


En 1978, Robert Edwards revolucionó la reproducción humana. Desde entonces, la ciencia médica ha permitido la paternidad de ese 15% de la población que es infértil. Llegó la «autonomía reproductiva»

Treinta y dos años necesitó la Academia Sueca para entregarle a Robert Edwards (Mánchester, 1925) el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Edwards fue el responsable de que el 25 de julio de 1978 naciera Louise Brown, la primera bebé concebida fuera del cuerpo materno.

Cuatro millones de personas esperaron tres décadas para que la técnica de fecundación in vitro, que hizo posible el nacimiento de Louise, fuese reconocida finalmente en 2010. La Academia argumentó que esperó tanto tiempo porque quería cerciorarse de que los chiquillos que nacieron no tuviesen ningún tipo de problemas físicos.

«Se dieron cuenta que, generación tras generación, nacían niños sanos», dice el doctor Francisco Rísquez, especialista en fertilidad del Centro Médico Docente La Trinidad, quien trabajó con Robert Edwards desde 1987 hasta 2003.

La fertilización in vitro es una técnica que conlleva la manipulación de los gametos, un hecho que impactó a la sociedad.

Para conseguir las reproducciones asistidas, los doctores dividen las técnicas de fertilización en dos tipos de tratamientos. El primero es el de baja complejidad. Aquí se incluye la inseminación artificial, que se realiza a través de la obtención de una muestra de semen mediante masturbación. De ahí se seleccionan los mejores espermatozoides y se introducen en la vagina, utilizando una cánula de plástico, hasta llegar al útero.

Entre los tratamientos de baja complejidad también se cuentan las relaciones dirigidas a través de la estimulación de la ovulación. Así la mujer, que por menstruación tan solo genera un óvulo, tendrá más posibilidades de fertilización.

El segundo tratamiento de fertilidad asistida es el de alta complejidad. Aquí se realiza la fertilidad in vitro que aplicó Robert Edwards en 1978. Él extrajo un óvulo y lo implantó en la mujer tras fecundarlo con espermatozoides en el laboratorio. Para entonces la reproducción asistida solamente se le aplicaba a las féminas que presentaban problemas de origen tubárico, en las trompas.

Pero, con los años, los médicos detectaron que también podían aplicar el tratamiento a parejas que tuviesen infertilidad desconocida; a mujeres con problemas de origen ovulatorio; y a hombres con un bajo conteo de espermatozoides.

Entre 10% y 14% ronda la población infértil mundial. Para estos casos se utiliza la inyección intracitoplasmática de espermatozoide, que se incluye en los tratamiento de alta complejidad. «Dentro de esa población teníamos 45% de personas infértiles que no estábamos atacando, hasta que llegó la inyección intracitoplasmática de espermatozoides. Los seres humanos no solo estábamos fertilizando el óvulo fuera del vientre, sino que ahora también podíamos escoger, de unos poquitos espermatozoides viables, uno solo, e inyectarlo en el óvulo», dice Rísquez, que en 2003 editó junto a Edwards el libro Reproducción asistida moderna.

Si bien el tratamiento de baja complejidad es más económico que el de alta, según las condiciones de la pareja el doctor recomendará la mejor opción. ¿Lo más importante? La edad biológica de la madre. La tasa de embarazo de una mujer antes de los 35 años es de 40%; entre 35 y 39 es de 30%; y después de los 40 es de 20%.

Pero la reproducción asistida ha ido más allá. Ahora los pacientes con problemas congénitos o adquiridos tenían en la fertilidad asistida la manera de tener niños sanos. Esto se consiguió a través del Diagnóstico Genético Preimplantacional, que permite detectar alteraciones cromosómicas o genéticas de un embrión antes de que sea implantado en el útero.

El abanico de posibilidades para ser padres se abre cada vez más. No solo las personas infértiles pueden ser tratadas, sino que existe la posibilidad de que las mujeres congelen sus óvulos y los hombres la esperma. Llegó la autonomía reproductiva.

La criogenización comenzó hace más de 15 años. Los primeros resultados no funcionaron, pues los óvulos se congelaban muy despacio y eso alteraba sus componentes internos. En 2011, el doctor Masashige Kuwayama, en Japón, logró la vitrificación ultra rápida.

«Está técnica revolucionó la medicina reproductiva. Ahora la mujer tiene una gama de tratamientos que antes no tenía», afirma el doctor Antonio Sanoja del Centro Valenciano de Fertilidad y Esterilidad (Cevalfes) en donde se produjo, en 2000, un embarazo con la técnica de la vitrificación.

«Las mujeres pueden criopreservar sus óvulos en un momento dado de su vida», continúa Sanoja. «Una mujer que no desee maternidad inmediata puede congelar sus óvulos en una buena edad biológica, y luego tener hijos. También es una opción para las mujeres que tienen cáncer. Antes de ser sometidas a quimioterapia o radioterapia pueden congelar sus óvulos».

La congelación de esperma se realiza desde hace más tiempo. Ya en la II Guerra Mundial se pensaba en criopreservar el semen de los soldados. «Las técnicas de criopreservación favorecen bastante a los tratamientos de fertilización porque ofrecen maternidad o paternidad futura», dice Sanoja, quien agrega que también se está trabajando en la criogenización de tejido ovárico y testicular. «Pero la siguen llamando técnica experimental».

Dentro de la fertilidad asistida, el tema de los embarazos múltiples sigue generando temor. Pero dice Rísquez que con el tiempo se dieron cuenta que al transferir un mínimo de dos o tres embriones se mantenía la tasa de embarazos. «Lo importante es la edad biológica de la madre», recuerda.

Más allá de esto, la fertilidad asistida es mal vista por los puristas, quienes cuestionan que el hombre se inmiscuya en un proceso natural de reproducción. Rísquez ya no se preocupa por eso, le bastaron las palabras de su abuela. «Era una mujer con grandes principios de la época que me dijo ‘me gusta mucho lo que haces, porque ciertamente eres el instrumento de la mano de Dios’. Eso me ayudó y me calmó durante muchos años», concluye.

dfalcon@eluniversal.com

Publicado en El Universal Venezuela

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