El especialista, adscrito al Centro de Investigación Biomédica de Occidente (CIBO) del IMSS en Jalisco indicó que ‘se sabe que dichas malformaciones ocurren durante la fase embrionaria, cuando los genitales internos están en formación, sin embargo, no se ha logrado hasta ahora, determinar la causa de las mismas’.
Comentó que también están las llamadas alteraciones mullerianas, malformaciones que se manifiestan en formas muy diversas como el útero tabicado, caracterizado por la división de este órgano por una especie de tabique; el útero bicorne, donde su segmento superior es doble, y finalmente la agenesia o ausencia del mismo.
‘Para reconocer que se padece una alteración mulleriana, puede sospecharse desde la pubertad, muy concreto ante la falta de menstruación (amenorrea) o el hecho de que sea muy irregular, y hay que tomar en cuenta antecedentes familiares del problema porque esto también incrementa el riesgo a desarrollarlo’, apuntó.
Mencionó que lo importante es que ante estos síntomas, se acuda con el ginecólogo para que haga el diagnóstico y el abordaje que corresponda.
Expresó que después del segundo o tercer aborto espontáneo, las mujeres suelen acudir al médico para saber lo que pasa y aún cuando la pérdida del embrión es un dato sugestivo, este tipo de casos amerita un estudio integral que involucra la participación del obstetra, el endocrinólogo y el genetista.
Afirmó que de las variantes de malformaciones uterinas, la tabicada es la más común, aunque también la más fácil de revertir porque con una cirugía se corrige y posibilita así la implantación del óvulo fecundado y el embarazo.
Precisó que a las mujeres a las que se corrige el útero tabicado, dadas las características del tejido interno, ‘se logra una muy buena restauración luego de la segunda o tercera menstruación posterior a la cirugía, lo difícil es cuando se trata de úteros bicornes o que el tabique es tan grande que impide su corrección’.
Fuente: Diario de Yucatán